Una aventura que recién comienza.

Por Francisco Palazzo 

En 1995 mi viejo tenía una vieja camioneta Peugeot celeste, que le pedimos para transportarnos a Tandil a grabar en el estudio Alex.  Estábamos en vacaciones de invierno y cargamos los equipos en la caja, donde también viajaron Cacho Carmona y Perico García. Adelante íbamos Diego Palmieri, Matías Poulsen y yo, que estaba al volante del bólido. Éramos cinco tipos que recién nos habíamos juntado, hicimos dos o tres ensayos y nos mandamos a un estudio de grabación.  

En Tandil pasamos unos días alojados en lo que se dio en llamar el “Chiquita´s New Motel”, que no era más que la casa de Chiquita -tía de Cacho- y Sandra y Verónica, sus hijas. Todo esto era nada más que una aventura, que tenía como excusa cumplir el sueño de grabar, que los más experimentados habían amasado en su experiencia en bandas rauchenses como "2002/22" o "La Banda del Capitán Piluso y sus Secuaces". 

Teníamos entonces una gran expectativa por ver un estudio de grabación por dentro, así que al llegar estuvimos un rato contemplando consolas y demás aparatos hasta que nos dispusimos a trabajar.  La primera sensación que experimentamos al estar tocando allí dentro, fue temor: uno se siente de alguna manera apremiado por la situación de que lo que está tocando queda registrado, y se da una tendencia al temor de equivocarse y que algo salga mal. Además, era real que apenas nos conocíamos. Por ejemplo, en mi caso, casi no conocía una de las canciones y me tenían que apuntar cómo seguía a medida que la iba grabando. 

Cada dos o tres horas de trabajo salíamos a descansar y los fumadores a prender un pucho en los pasillos de la galería San Martín, donde estaba ubicado el estudio. En ese lugar, entre bromas e informes periodísticos que hacíamos con la cámara de video que habíamos llevado, surgieron los primeros amagues de nombres para la pseudo-banda; el más recordado es Coya Straits, como nos bautizó el ingeniero de sonido Alejandro Boccazzi, por dos razones: el parecido a la banda Dire Straits en lo musical, y el parecido a los Coyas por la vestimenta de algunos de los músicos que se cubrían del frío con gorros de lana. Sin embargo, este nombre nunca fue oficial y quedó nada más que para la anécdota. 

El primer cassette 

El dinero que habíamos llevado nos alcanzó para grabar dos canciones (teniendo en cuenta que en un estudio de grabación te cobran por hora), y hubiera alcanzado para menos si Alejandro Boccazzi, el ingeniero de sonido y dueño del estudio, no nos regalaba un par de horas. Los dos temas eran: El vuelo y Perdido en la oscuridad. 

Éstos tuvieron buena repercusión en Rauch, sonaron varias veces en las FM, lo cual nos entusiasmó para grabar más temas y sacar un cassette bien producido. Llegó entonces el verano del 96 y previa vaquita, volvimos a la carga para grabar seis temas más.  

Ya habíamos hecho dos incorporaciones: Ruben Harkes, quien en un programa de radio en el que estuvimos invitados había escuchado que nos faltaba un guitarrista y no lo pensó dos veces -a la mañana siguiente estaba tocando timbre para pedir cancha-; y Pablo Carmona, primo balcarceño de Cacho. Las seis canciones que completaron el primer cassette de la banda fueron: Entre la niebla, En tus manos, Veterano, Demasiado lejos, Dos náufragos y Nada más. El encargado del arte de tapa fue Pablo Orcajo, quien entonces firmaba como Sir Pablot. 

Claro que para sacar un cassette había que ponerle un nombre al grupo. Por aquellos días, el amigo Kiko Amerio bromeaba (fiel a su costumbre) con todo aquello que tuviera que ver con la palabra condado. 

-Ustedes son los peores del condado -dijo una vez- ¿Cómo van a grabar primero y después recién empezar a tocar?

Y aquello de ser Los Peores... nos acompañó de allí en más.  

¡Por fin en vivo! 

El grupo estaba literalmente diseminado: algunos integrantes vivían en Rauch, otros en La Plata, uno estaba en Mar del Plata y hasta teníamos un representante en Balcarce. Esto, de alguna manera, imponía sus condiciones: nos implicaba planear nuestros pasos cada seis meses, es decir, cada vez que había vacaciones. Así la primera presentación de la banda se produjo en las vacaciones de invierno del 96, más precisamente 2 de agosto en el salón de la Sociedad Rural sección Quintas, cuando algunos ya empezaban a sospechar que Los Peores del Condado era una banda “de estudio” que no podía tocar en vivo lo que grababa.  

Como teníamos que prepararnos para el recital, alquilamos el quincho del Club Boca, donde ensayamos durante dos semanas. Si antes creíamos que el invierno rauchense era duro, a partir de entonces estuvimos más convencidos que nunca, pues nos turnábamos para dormir en la devenida sala de esayo para cuidar los equipos, y los vidrios de las ventanas no servían para retener el frío que casi nos paralizaba. 

 

 

 

 

 

 

Para ese recital, armamos un escenario de dimensiones similares al de la Fiesta del Ave de Raza y pusimos en el salón 500 sillas. A pesar que parecía un imposible, cuando se encendieron las luces, el lugar estaba lleno. Hasta nos quedaron unos 20 pesos de ganancias, que en definitiva vimos escurrirse de nuestras manos cuando al devolver los tablones que nos habían prestado de la Municipalidad para el armado del escenario, ni bien terminado el recital, rompimos el vidrio de una de las puertas del Polideportivo. 

Siempre habíamos tenido la intención de tocar en el Teatro Candilejas, que nos parecía el mejor lugar de la ciudad para mostrar nuestra música. Pero no pudo ser la primera vez: un poco por las actividades teatrales de Candilejas y otro poco por la desconfianza que había respecto a que éramos una banda de rock. Pero en nuestra primera presentación demostramos que no representábamos un riesgo para las instalaciones de ningún lugar, por lo que las autoridades de Candilejas nos entregaron su confianza en el año 97, más exactamente en febrero, cuando tocamos por primera vez allí.  

Desde entonces, no pasó un año sin que nos presentáramos en el Teatro Candilejas. A su vez, aprovechábamos cada oportunidad que teníamos de tocar en el exterior: Olavarría, Las Flores y Cacharí, donde los temas de Los Peores se mezclaron con covers de Los Redonditos de Ricota. 

Sobre las espinas 

Pasado un tiempo la grabación del cassette ya había quedado atrás y empezamos a trabajar en lo que sería Sobre las espinas. El nombre del disco, que apuntaba al contenido de las canciones, terminó refiriéndose también al camino que hubo que recorrer para grabarlo, que como no podía ser de otra manera, se había complicado bastante. 

Habíamos empezado bien en el verano del 98, repitiendo el ritual de ir a Tandil a nuestro Chiquita´s New Motel y a grabar en el estudio Alex con Alejandro Boccazzi. Grabamos las primeras cinco canciones del disco sin problemas. En ese momento dijimos: “en vacaciones de invierno volvemos y terminamos con las otras cinco”.  

Pero llegado julio del 98 hubo problemas en el estudio de grabación y todo se complicó. Debimos buscar otro lugar, y fue allí cuando logramos contactar a un conocido en el ambiente: Ricardo Serra (ex guitarrista de Virus), quien nos abrió las puertas de su estudio en City Bell, cerca de La Plata, y durante la segunda mitad del 98 viajamos una y otra vez hasta terminar con Sobre las espinas, que nació junto con el año 99.  

Para el arte de tapa, tanto Marcial Flora (que hizo los dibujos) como Daniel Franchino (fotografías) se encerraron a escuchar los nuevos temas, para terminar de darle la forma a la edición que se hizo en compacts y en cassettes. Y para pagar el préstamo que habíamos pedido, tuvimos que vender unas setecientas copias mano a mano. 

Hoy se puede decir que este disco es nuestro mayor orgullo y mientras no vemos la hora de trabajar en el próximo, algunos nuevos temas ya asomaron en una grabación en vivo que acabamos de editar con el nombre de Espinas y algo más... 

La banda se encuentra ahora instalada en la ciudad de La Plata, trabajando más que nunca en conjunto y tocando en teatros y pubs de la capital de la provincia. Algo para destacar: más allá de los que integramos estrictamente el grupo musical, hay gente que trabaja a la par nuestra sin esperar nada, (un fenómeno para el cual no tengo una explicación realmente convincente), y en buena medida es gracias a ellos que hemos dado los pocos o muchos pasos que hemos dado. 

Para el esfuerzo que hacemos los integrantes del grupo, en cambio, sí tengo una explicación:

Todos llevamos la música muy adentro y es un juego del que nos gusta formar parte.

 

REGISTRADOS TODOS LOS TEMAS Y DERECHOS DE LOS MISMOS.LOS PEORES DEL CONDADO.1999

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